Naturalizamos lo  incorrecto (y atención no hablo desde el juicio de bueno y malo). Naturalizamos lo que nos hace mal en nuestra alma. Lo que va en contra de nuestro destino. Lo hacemos desde los mandatos, desde el legado, desde las creencias, desde el juicio del otro sobre lo que está bien y lo que está mal.

Y sin embargo, es precisamente  nuestra alma,  la misma a la que buscamos ignorar en cada acto inconsciente pero repetido uno atrás de otro, la que tiene las verdaderas respuestas para el actuar.

Es el alma la que conoce el destino más preciado. Y no es un destino bueno ni malo, es destino. Es el destino que elegimos en el infinito de los tiempos.  Ese destino que nos da paz. Ese que firmamos  con y como decreto de lo divino con el Supremo del cual somos parte.

Actuamos desde las creencias.
Lo hacemos sin razón  sin sentido y con la única meta de no escuchar a nuestra alma.

Pero ella espera, ella dispone del infinito tiempo. Por el contrario, somos nosotros los que lo desperdiciando bajo  la creencia de que vinimos a esta vida a aprender y no nos dalos cuenta que sólo vinilo a recordar, rememorar, remembrar (que justamente, es volver a unir). Y la forma de volver a unir las piezas, es experimentando.

¿Experimentando que? Quienes somos y cuál es la mejor versión de nosotros mismos.

Lic. Emanuel Quadri (El viaje al interior)