No le debemos nada a nadie.
A los padres les agradecemos la vida, pero no hay deuda, ya que en la gratitud y en el hacer algo bueno con ella ya esta el orden.
No se trata de deber ser tal cosa, sino de elegir ser tal cosa.
Debo ser buen hijo, no es lo mismo que elijo ser buen hijo.
En el debe juzgo a mis padres y me juzgo a mi como potencialmente malo y renunciantemente bueno.
En elegir ser, elijo lo mejor para mi alma. Y lo mejor para mi alma, para mi vida, en mi caso, elijo que sea lo sano, lo amoroso, lo cálido, lo que este en sintonía con la misión que elijo realizar, y que ya alguna vez mi alma planificó.
La invitación es a esta reflexión. ¿Soy quien debo ser? O ¿soy quien elijo ser?
Les aseguro que en la primer respuesta habla el ego, la mente, los mandatos y no el alma. En la segunda respuesta, habita la fe, el alma y el amor.
Un abrazo.
Emanuel